Mimmo Paladino | Brian Eno. Obra Para El Ara Pacis

Brian Eno - «músico no músico» tal como le gusta definirse, creador de la generative music, precursor de la New Age, vídeoartista, multiinstrumentista, escultor, pintor y filósofo de la música - y Mimmo Paladino - participante en la Bienal de Venecia de 1980 en la sección «Abierto ‘80» de Achille Bonito Oliva, uno de los más notables exponentes de la Transvanguardia, elegido en 2003 para representar el arte italiano durante la presidencia de Italia en Bruselas, creador y el director del largometraje El Quijote (2005) - han creado una obra única, especialmente concebida para los espacios del Museo del Ara Pacis que, menos de dos años después de ser inaugurado el 21 de abril de 2006, es uno de los centros más visitados de Roma.
Y no sólo eso, pues el Museo dell’Ara Pacis es la primera obra de arquitectura contemporánea realizada en el centro histórico de Roma desde los años 40 hasta hoy. Por este motivo, así como por su posición estratégica y la fascinación derivada de la combinación de lo antiguo y lo contemporáneo, el Museo dell’Ara Pacis es el lugar ideal para exhibir arte contemporáneo de altísimo nivel como el derivado de la excelente colaboración entre Brian Eno y Mimmo Paladino.
«Entre Paladino y Brian Eno salta la chispa de una sensibilidad complementaria - afirma Achille Bonito Oliva en su ensayo Ara Artis que aparecerá publicado en el próximo catálogo de la exposición/evento (editor Gli Ori, Prato) - donde el primero aporta toda la tradición occidental que va desde la escultura longobarda, gótica y barroca para llegar a las vanguardias históricas y el otro aporta una sensibilidad ligada a una historia de la música concreta que desde Cage se sumerge en una tradición oriental del sonido. Parece que de esta forma, el nexo Oriente-Occidente tenga la capacidad de licuar las imágenes en la música y que, a su vez, el sonido se concrete en la iconografía».
«Mimmo Paladino en el Museo del Ara Pacis “marca” las superficies y proporciona al observador un nuevo punto de vista desde el que puede comparar la arquitectura de Richard Meier y la monumentalidad del Ara Pacis con su búsqueda rica en contaminaciones. Ocurre con la gran escultura circular, un anillo de acero, que enmarca el Ara y, junto con el monumento, será visible desde Lungotevere. Otros elementos componen la «obra» desde el plano expositivo inferior: una forma arbolada en la que se apoya, como en equilibrio, un cilindro de prestidigitador; fragmentos de figuras humanas; pinturas al carbón, simples signos, típico sello del artista; un Ten de 35 m de longitud, una especie de osario de formas antropomórficas entre hierro y barro cocido; en el centro de la sala una hornacina contiene una figura humana de bronce en cuya espalda salen ramas y cuyas paredes internas de la zona central están dibujadas al fresco con cruces y otros signos geométricos rojos sobre fondo blanco. Otros elementos completan el conjunto. A su vez, Brian Eno quiere crear un ambiente musical sin palabras, sin melodía, sin ritmo y que no suene nunca dos veces igual. La música y los sonidos de Brian Eno, lejos de ser una banda sonora para las esculturas y las obras de Paladino, son una entidad independiente entre sí, pero al mismo tiempo estrechamente conectada. Al revés de lo que ocurre con las composiciones clásicas, donde todos los sonidos se organizan entre sí según un preciso esquema, Eno trabaja en niveles musicales en movimiento en el espacio independientes entre sí.
Tanto Eno como Paladino parten de la idea de desestructurar sus trabajos reiterando módulos típicos de su inspiración creativa. Dilatando y comprimiendo sonidos o motivos individuales, unificando todos los fragmentos, los dos artistas consiguen alcanzar la armonía plena: «Brian Eno | Mimmo Paladino. Obra para el Ara Pacis».